Por: Angela Barrientos Soto, estudiante de Ingeniería industrial, apasionada por la educación y los proyectos sociales.
A lo largo de mi vida he participado en diferentes proyectos sociales y lo más emocionante es ver cómo estos me transforman, cambian mi perspectiva y permiten conocerme a mí y a las demás personas. Para mí, es fascinante saber que con un simple acto de generosidad puedes darle a alguien un momento inolvidable, una sonrisa que perdurará en el tiempo o simplemente un momento único e invaluable.
Pero, si es tan increíble lo que uno puede sentir ayudando a los demás, ¿por qué no todas las personas lo hacen?, la respuesta se llama empatía. Este valor se define como la capacidad afectiva que tiene una persona para comprender y percibir los sentimientos de otra, entendiendo realidades distintas a la suya.
Actualmente, estamos en una era donde el ser humano es muy individualista, el querer competir con el otro y estar por encima de los demás sin importar la manera es lo que vale. Pongamos un ejemplo, alguna vez has escuchado: “Él/ella no importa, solo vales tú y lo que pienses”, “No me interesa cómo está el otro, igual lo haré” … y así hay muchas expresiones más. Esto lo único que hace es alejarnos de tener empatía por el otro impidiendo que se establezcan vínculos sólidos y positivos con lo demás.
La empatía es necesaria inculcarla, enseñarla, demostrarla y lo más importante sentirla. Es lo que debe mover nuestras acciones y nuestros pensamientos, porque les aseguro que no hay mejor sentimiento que comprender otras realidades para aportar positivamente. Dejemos de ser fríos, aislados e indiferentes y empecemos a ser más humanos porque nuestro mundo lo necesita. Formemos entornos de comprensión, ayuda y amor. Sin duda, siempre hay alguien que te necesita.
Así que los invito a todos a ser más sensibles, transformar realidades y cambiar perspectivas, recuerden:
“En la separación se encuentra la mayor miseria del mundo; en la compasión se encuentra la verdadera fuerza del mundo." – Buda