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Japón y Colombia: Un equilibrio sensato

Por: Lorena Gallo, politóloga apasionada por la sostenibilidad en Colombia


Tuve la oportunidad de vivir en Japón intermitentemente por los últimos tres años. Acercarme tanto a esta cultura oriental, por medio del trabajo y de las amistades me permitió descifrarlos de alguna manera. Los japoneses tienen una tradición muy arraigada y sólida y hay varias cosas que creo que podríamos aprender de ellos y aplicar a nuestro contexto.

La primera sería su gran virtud, la resiliencia. Desde la Segunda Guerra Mundial los japoneses se han destacado por afrontar con entereza los desafortunados desastres que les han sobrevenido. Después de quedar devastados por la guerra y por el arma más peligrosa que se utilizó en ella, solo necesitaron 30 años y un modelo educativo robusto para recuperar el equilibrio y dar el paso hacía un gran crecimiento económico (7.1% anual del PIB). Por otro lado, es una nación que se ha visto altamente afectada por desastres naturales en los últimos años. Como ejemplos recientes tenemos el terremoto y tsunami de 2011. Sin duda, estos episodios de gran destrucción han sido vistos por los japoneses como oportunidades de crecimiento. Hoy en día estos lugares afectados se han convertido en ciudades modernas y tecnológicas con posibilidades de ser habitadas y seguras.


Con la coyuntura del COVID 19, Japón ha sido un referente de disciplina y empatía para afrontar la crisis. En enero de este año, cuando todavía vivía allá, se detectaron los primeros casos y muertes de personas de edad. Con el tren a estallar, las calles inundadas de personas, los espacios reducidos, los tapabocas agotados y los 120 millones de habitantes de un territorio que equivale a una tercera parte de Colombia, el panorama no era muy alentador. Sin embargo, hoy los casos en este país no ascienden los 87.000 y los muertos no son más de 1.600. El acatamiento de instrucciones, el uso del tapabocas siempre que se está enfermo y el saludo de venia, son factores que, estoy segura, contribuyen a la seguridad de estos números. No hubo cuarentena estricta, no hubo cierre total de fronteras y hoy la vida ya ha vuelto a la normalidad.


Los japoneses son personas amables, empáticas, disciplinadas y sobre todo obedientes. Sienten gran orgullo por su cultura, pues a pesar del paso de los años conservan intactas sus costumbres, templos y creencias. De estas cualidades, probablemente la disciplina sea aquella de la cual los colombianos tengamos más que aprender. Su disciplina se basa en el respeto por el tiempo, el trabajo, la salud y el espacio compartido con los demás. Es por ello que prefieren llegar 10 minutos antes a una reunión, tienen un nivel de compromiso y responsabilidad muy alto hacía su lugar de trabajo, no se fuma en las calles y no se habla por teléfono en el tren.


Pero eso no quiere decir que los colombianos no tengamos nada que aportar a esta cultura tan antigua. Nuestra capacidad de adaptarnos, de innovar y nuestra flexibilidad para afrontar diferentes situaciones, tiene un valor muy importante para aquellos japoneses que muchas veces solo contemplan un camino o una salida como parte de su modelo disciplinario rígido. Por ponerles un ejemplo, en Japón pedirle a un mesero o cocinero algo que se salga del manual de sus funciones, como cambiar un ingrediente de un plato, podría provocar el colapso del sistema. Estoy segura que un equilibrio en el que se contemple la resiliencia y el respeto de los japoneses, con la capacidad de adaptación y flexibilidad de los colombianos; sería un modelo no solo muy sensato, sino también muy exitoso.


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