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  • Foto del escritorJuliana Diaz

De la crisis al cambio: lo que nos queda o quedará de la pandemia

Por: Natalia Guzmán, diseñadora industrial, apasionada por el arte y el diseño como herramienta de transformación


Ya se ha hablado mucho de cómo la pandemia del Covid-19 y sus consecuencias nos han cambiado la vida. Cada uno de nosotros puede reconocerlo desde casi cualquier posición que ocupe en el planeta: somos seres activos, pensantes, en constante movimiento que de un momento a otro se vieron obligados a existir en otras formas diferentes a las “normales”, cotidianas o conocidas.


Obviando la influencia que han tenido la virtualidad, el internet y las redes sociales desde su consolidación en los procesos sociales e individuales del ser humano; en los últimos dos años la sociedad dio un vuelco que nos ha dejado ver todas las posibilidades del mundo virtual, un mundo que desde sus infinitas posibilidades ha modificado sustancialmente la forma en la que nos relacionamos, abriendo puertas a nuevos mundos inexplorados. Las nuevas dinámicas generadas debido a la pandemia no solo nos han volcado profundamente en el ya imprescindible mundo virtual, sino que también ha transformado sutilmente otras situaciones cotidianas, del día a día: la relación con nuestros hogares, los cambios en los hábitos de consumo y la relación con nuestra propia mente.


El "encierro", la paranoia (que a veces se ha mostrado colectiva), las fake news, la ciencia y la preocupación por encontrarse envuelto en la pérdida de un ser querido trastornan las mentes que estaban acostumbradas al afán del día a día, o a la tranquilidad de lo que antes era “normal”. Las relaciones interpersonales están sufriendo las principales afectaciones de la pandemia (de forma positiva para algunos y de forma negativa para otros), y es por ello que los científicos sociales están atentos a nuevos fenómenos sociales que se han incubado a partir de la virtualidad o de la presencialidad “excesiva” en nuestros hogares.


©Pixabay


Los hábitos de consumo reflejan también los fenómenos sociales adoptados en la pandemia, fenómenos que repercuten directamente en nuestra cotidianidad: la comodidad de los espacios personales se convirtió en prioridad debido a que cambió su uso y ahora permanecemos más en estos lugares y por ello, se multiplicó la venta de sillas de trabajo para sentirnos más cómodos trabajando desde casa. También, bajaron las ventas de ropa para eventos (por la cancelación de reuniones), y según el diario La república, actividades como cocinar, pero de forma fácil y rápida, dispararon las ventas de Air Fryers en el mercado. Estas nuevas dinámicas cotidianas reflejan una respuesta distinta de nosotros como consumidores.


La relación con nuestra propia mente abrió las puertas a los cuestionamientos frente a las enfermedades mentales, las cuales comenzaron a tener relevancia debido al estrés generado por la transformación en medio de la coyuntura que todavía vivimos. En países como Colombia, está dejando de ser un tabú el hablar de enfermedades mentales o tratamientos y de hecho, se ha disparado la demanda en cuanto a salud mental y se han generado nuevas ofertas en plataformas digitales y virtuales como Wayup, o incluso líneas de atención de emergencia psicológica creadas por el gobierno de Colombia por motivo de la explosión acelerada de este tema, que ha tomado relevancia en la salud pública mundial y nos ha mostrado la facilidad de soluciones y respuestas que posibilita la virtualidad.


Teniendo en cuenta este panorama, la situación actual del mundo y de sus sistemas es distinta, ha cambiado, y con ello, las dinámicas alrededor de la cotidianidad, abriendo nuestros ojos ante posibilidades distintas. Durante los últimos meses hemos estado percibiendo momentos más tranquilos; las vacunas han mostrado su efectividad y esto ha facilitado ver nuevas oportunidades e ideas que han salido a flote para responder a las problemáticas que día a día aquejan a la humanidad, intentando salir de la crisis desde una perspectiva más humana, que toque nuestros hogares, nuestros hábitos y nuestras mentes.


Las crisis son solo otra forma de reinventarnos. De la crisis llega el cambio y por ello empezamos a reconocer de forma crítica y cuidadosa elementos a los cuales no les prestamos mucha atención antes de la pandemia: las nuevas dinámicas sociales asociadas a la presencialidad en nuestros hogares y espacios, los nuevos hábitos, gustos y disgustos generados por estas dinámicas y la importancia del cuidado mental individual para reconocernos como seres que a pesar de todo seguimos siendo activos, pensantes y en constante movimiento.


Bibliografía:


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