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Historias por vivir y para contar


Por Laura Londoño Leal, creative intern en Connect your Brand, apasionada por el baile y la cultura.


Trabajar por el medio ambiente no es tarea fácil, y más cuando hay que integrar a la comunidad en beneficio del planeta y del espacio que los rodea. El parque Montaña Entrenubes fue un claro ejemplo de esta problemática socioambiental que escala cada vez más, a raíz del desconocimiento sobre el cuidado y la protección de estas zonas y las necesidades particulares de cada uno de los habitantes de la zona.





Miles de historias se encuentran escondidas entre la comunidad aledaña al parque, y aunque tuve la fortuna de conocer algunas de ellas, la realidad que se esconde detrás de muchas familias es desgarradora. Nuestra naturaleza humana intuitivamente se demuestra al estar frente a lo desconocido, y más cuando son personas extrañas. Por ello, somos un poco cerrados y tímidos, porque no queremos que entren tan fácil a nuestra mente y a nuestro corazón, cargada de sentimientos tan personales como únicos.

Durante un año y medio, conviví junto con mi equipo de investigación con alrededor de 8 familias de diferentes puntos aledaños al parque, conociendo sus realidades, alegrías, tristezas, problemas y dificultades que intentan superar a diario, cómo la falta de empleo, la posibilidad de tener un hogar digno, desalojos por parte del distrito, entre otros. Por lo tanto, crear un ambiente de confianza y sin temor a los prejuicios es complicado en zonas vulnerables y afectadas por tantos conflictos de diferentes índoles. La clave es ser cordial, amable, respetuoso y demuestra tus verdaderas intenciones al acercarte a ellos, para evitar situaciones incómodas.


Conocer a los protagonistas de estos relatos refleja varios problemas que tenemos como sociedad y la falta de empatía por situaciones que, como las que descubrí, pueden estar viviendo millones de personas en el mundo. Entender estas realidades es difícil, por eso, hay que siempre ser muy abiertos y receptivos, escuchar con atención, prestar atención a los detalles, pensar desde la empatía y no desde el pesar, para así, empaparse y sentir cercana su realidad, más no influir o intentar cambiarla radicalmente.


La sociedad necesita mentes más dispuestas, personas con ganas de ayudar y entender que los problemas no son únicamente para quienes los padecen, sino intentar buscar soluciones que nos beneficien a todos, construir país por medio de pequeñas acciones. Las lecciones de esta experiencia son muchas pero, sin duda alguna, me hace reflexionar de las necesidades e incertidumbres de estas familias que intentan día a día superar sus adversidades. Es momento de hacer un cambio real, un cambio que trascienda dentro de nosotros mismos, que sean más las buenas causas para avanzar que los malos comentarios para retroceder.


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