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El apego o una apuesta por la transformación empática en las organizaciones

Por: Brian Bedoya, amante y aprendiz de la vida, papá de tres pequeños maestros, historiador

En los últimos años es común escuchar que los niños y las niñas van cada vez más pronto a la guardería. Por doquier se escuchan los beneficios de la estimulación temprana y la socialización. Programas pedagógicos innovadores son puestos al servicio de padres y madres amorosos que quieren ver a sus hijos desarrollar plenamente su potencial y, por qué no, convertirse en adultos que lideren transformaciones en un mundo tan necesitado de las mismas.


¿Qué pensaría si le dijeran que está malgastando su dinero y además, está perjudicando seriamente a sus hijos?


Muchos padres que participan en mis talleres suelen sentirse defraudados e incluso muy ofendidos cuando les realizo esa pregunta. Pero por alguna razón (tal vez porque han cancelado por adelantado o quizás por pura curiosidad) logran controlar ese primer impulso y mantenerse más o menos calmados hasta que explico las razones.


Resulta que el conocimiento que tenemos hoy, sobre el funcionamiento del cerebro, ha aumentado en las últimas décadas de manera importante. Los estudios científicos sobre  el desarrollo temprano del cerebro en las primeras etapas de vida, nos han aportado valiosas pruebas de la importancia del apego y el cuidado respetuoso de los niños y las niñas.


“Hoy sabemos que un buen apego es más que solo seguridad para ese niño o esa niña, es también el motor del desarrollo cerebral, en especial del cerebro derecho, que es el que procesa las emociones, el que procesa la comunicación y la habilidad de manejar el estrés”
Allan Schore. Neuropsicólogo.

Para algunos científicos, como el neuropsicólogo Allan Schore, el apego es la clave para el desarrollo de la parte del cerebro que posibilita la empatía. Schore ha enfocado toda su atención en el estudio del lado derecho del cerebro, en el cual el apego se desarrolla durante el primer año de vida. Durante este primer año no existe la comunicación verbal entre el bebe y su cuidador, todo es emocional.

Voy a ser más claro aún: Durante el primer año, el hemisferio derecho del niño brota como las flores en primavera. Si el bebe es feliz, obtiene atención a sus demandas de alimento y caricias, si ve un rostro que exagera las expresiones, se le calma cuando se irrita, pasa las noches cerca de sus padres…


Entonces, las hormonas del crecimiento circularán por su pequeño cuerpo, concentrándose especialmente en su cerebro, haciendo que se desarrolle. Si sucede lo contrario, es decir, si sus demandas no son atendidas o pasa bastante tiempo antes de serlo, el bebe se angustiará y la hormona del estrés (Cortisol) retrasará el proceso de crecimiento, especialmente el del cerebro.


Estudios a gran escala nos indican los riesgos posibles de un cerebro que no se desarrolla adecuadamente. En primer lugar el niño desarrollará formas tempranas de agresividad y desobediencia. Segundo, ansiedad unida a un desarrollo físico lento (Esto se puede comprobar con pruebas de estrés hormonal). Y tercero, la relación con los padres puede verse debilitada progresivamente.


Es por esto que, en la medida de lo posible hasta los tres años de edad por lo menos, los niños no deberían ser cuidados en guarderías.


Es posible que ya haya colmado su paciencia. Pero le pido que respire y medite un poco. Como padre y profesional reconozco que el mundo laboral no suele ser solidario con nosotros. Pero también reconozco el esfuerzo que hacen muchos gobiernos, sobretodo europeos, por reconocerle a los padres y a las madres, espacios de trabajo flexibles y respetuosos con la crianza. En esa medida creo que es importante que se dé la discusión alrededor de temas como la salud emocional de los niños y las niñas, si creemos que nuestro futuro como sociedad y especie depende de ello.


“Cuando los padres han tenido un apego inseguro con sus propios padres o con los adultos que los cuidaban, entonces con sus hijos serán sobreprotectores, demasiado ansiosos con cosas cotidianas o, también, fríos y rechazantes”
Carlos González. Pediatra.

Como se ve, esta primera etapa de desarrollo del bebé necesita de padres cuidadosos y atentos. Esto implica más que  el “hacer” el “ser”, por lo tanto nuestra atención debe centrarse en colocar al bebé en el primer lugar, siendo abiertos y genuinos, con una disposición a lo emocional más que a lo racional.


Quiero que piense en el gran beneficio que puede aportar, no solo individual sino colectivamente, el que hayan más adultos que se conecten emocionalmente. Pensemos en las posibilidades que se pueden dar en áreas como la academia, el trabajo, la política, si más mujeres y hombres derriban las barreras de inseguridad y egoísmo, y se conectan en proyectos de beneficio mutuo liderados colectivamente. Recuerde que la mejor manera de conectarse con las necesidades e intereses de otros se alcanza con la habilidad de entender el estado emocional, lo que pasa por la mente o las motivaciones que tiene la otra persona.


El cerebro es un órgano de una alta plasticidad. Desaprender también es posible. Es entonces desde ahí, donde las organizaciones pueden incidir en transformaciones positivas ¡No se trata de lobotomizar! Se trata de promover formas seguras de apego entre compañeros. Formas en las que el “ser” antes que el “hacer” propicien relaciones transparentes y honestas, empáticas y solidarias.

Imaginemos una organización en la que la “rabieta” de un jefe no se convierta en una tormenta que amenace con destruirlo todo. O la “pataleta” de un empleado no genere bandos a favor y en contra. Imaginemos organizaciones que a través de la promoción de la gestión de las emociones crezcan como equipo, prevengan y/o reducen los niveles de conflicto, promuevan el liderazgo en todos los niveles y propicien la seguridad y autonomía antes los problemas y los contratiempos.


Por último, le propongo que se conecte desde lo emocional con su “hacer”. Que se revitalice en su sentir y en el de los demás. Que propicie situaciones de emocionalidad sana desde su interior para la transformación y el crecimiento en colectivo.


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